La lucha contra el crimen debe atempararse a un nuevo Puerto Rico

Las noticias relacionadas a la situación del crimen en Puerto Rico ya se está sintiendo en el efecto directo a la economía. Las noticias sobre la violencia en el País ya han trascendido a medios internacionales. Basta con leer la prensa diariamente y podemos notar cómo el patrón de crimen se encamina cada vez más a actos que involucran violencia y que impactan directamente nuestros estilos de vida.

Robos domiciliarios, carjackings, robos a comercios, tiroteos en lugares públicos y hasta en los accidentes de tránsito se refleja la violencia que va en crecimiento. Aun cuando el gobierno reclama éxito desde la óptica de menos número de delitos, los horarios y lugares para cometer los crímenes han cambiado dramáticamente.

Ningún lugar ni ninguna hora nos puede garantizar que no estamos en riesgo de ser víctimas. Los casos más recientes lo confirman: el tiroteo de la Baldorioty, el tiroteo de Isla Verde, el asesinato en la gasolinera de Dorado, el tiroteo en la gasolinera de San Lorenzo, y otros más, ocurrieron a plena luz del día.

En todos estos casos víctimas inocentes quedaron expuestas. Un reciente reportaje en las noticias, a nivel de los Estados Unidos, proyectaba a Puerto Rico como un país de mucha violencia. Mientras el gobierno gasta millones en promover la Isla como destino turístico, una sola noticia como esta frustra todos esos esfuerzos.

El panorama de cara al futuro va a demandar que cada ciudadano se atempere al nuevo Puerto Rico. Ese nuevo Puerto Rico es uno en el que la crisis económica y de desigualdad social ha traído nuevos modelos de crímenes y cambios de perfiles en los delincuentes. El hecho de que la economía subterránea impera en nuestro país es un claro indicio de que para muchos el crimen es un negocio muy rentable.

Al Estado se le hace cada vez más difícil cumplir con las expectativas de seguridad que requiere el país. La falta de recursos humanos y económicos en el sector de seguridad pública es el mayor impedimento para que se puedan establecer procesos adecuados de prevención y reacción contra el crimen.

Sin bien es cierto que la tecnología juega un papel importante en la lucha contra crimen, es importante tener claro que el factor humano es esencial en lo relacionado a la prevención. La situación actual requiere una presencia significativa de policías en las zonas comerciales, turísticas y vías públicas.

Los tiroteos de carro a carro y los carjacking en medio de las áreas más concurridas afectan directamente a la salud mental de todo el país. La consecuencia ya se ve en la merma de personas visitando los garajes de gasolina para consumir alimentos o comprar provisiones, lo cual es una de las mayores fuentes de ingreso de esta industria; igual la merma de visitas en horarios nocturnos a restaurantes o negocios de comida rápida ya es palpable.

Los ciudadanos tienen que comenzar a trazar sus propios planes de seguridad tal y como se hace cuando trazamos un plan de emergencia en la temporada de huracanes o ante la posibilidad de un desastre natural. Las empresas igualmente deben valorar cada vez más el aspecto de la seguridad como una inversión y no como un gasto. Las comunidades, por su parte, deben considerar constituir sus grupos de seguridad preventiva y redes de enlace con los gobiernos municipales para recibir el apoyo necesario en estas iniciativas.

En la cumbre de seguridad debe garantizarse que las recomendaciones que sean acogidas serán implementadas con objetivos medibles que puedan dar confianza al País de que se está ejecutando y cumpliendo con lo planificado.

Ciertamente no podemos seguir contando los muertos, si son más o menos, en el presente todo estamos expuestos. Lo cierto es que cada vez los crímenes son más violentos. Seguridad es prevención y cada uno de nosotros debe concienciar sobre nuestra inestabilidad social y económica y el balance que va a requerir atender lo más sagrado que tenemos, el derecho a la vida.


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